El caballito que no tenía color. Un cuento de amistad y autodescubrimiento para los más peques

En cierta ocasión un bebé apoyado de espaldas observaba como entre sueños algo en el aire con gran deleite. Magda Gerber disfrutaba en silencio de la escena a la vez que se preguntaba: ¿Qué está mirando? Al moverse suavemente por el espacio notó que la luz del sol proyectaba un suave arco iris que se podía ver desde la posición en la que el bebé se hallaba.

Este hecho real es también una metáfora de la maravilla en la que los niños se hallan compenetrados, 100% atentos y plenos en sus exploraciones y juegos, en sus interacciones y movimientos.

Una mirada de respeto, que comprende esta verdad, nos ayudará a valorar su iniciativa, a no interrumpirlos a menos que sea realmente necesario y nos brindará tiempo para nuestra propia introspección. Después de todo, no solo los niños están en el recorrido de la vida tras la búsqueda de su verdadera esencia y color

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