¿Cómo trabajo en La Casa Naranja? Educación Libre basada en el Respeto y el Amor.

La clave para el juego libre es el respeto y el amor. Respeto por la inciativa lúdica y por los sentimientos de los chicos.

Trabajo TODO el tiempo validando los sentimientos y acompañando a las mamás a sintonizar con estos sentimientos en vez de querer acallarlos. Amor por el niño, suficiente amor para ponerle límites en forma firme, constante, consecuente, coherente PERO serena.

El límite no es una descarga de la frustración del adulto sino un gesto amoroso de contención para el niño, se lo ofrece como un nutriente y para brindarlo se usa el cuerpo y el lenguaje corporal – en especial la mano como una barrera -, pocas palabras y mucha serenidad en la repetición.

Por último, se permite que así como en el juego los chicos puedan desenvolverse en libertad en los rudimentos de la socialización.  Hasta los 3 años promedio permitimos que los chicos interactuen en libertad sin exigir una «conducta adecuada» aunque marcando límites claros en cuanto al cuidado del propio cuerpo y el del otro. Nos hacemos presentes si dos nenes tiran de un mismo camioncito, pero no nos volvemos jueces. Narramos lo que les va sucediendo sin emitir juicio ni sentencia, les brindamos cálida contención mientras nos aseguramos que no se lastimen y permitimos que encuentren herramientas para resolver por sí mismos. A través de nuestra narración vamos ofreciendo palabras como herramientas que favorecen el lenguaje y que por sobre todo enriquecen la socialización.

El adulto resigna su deseo de mostrarle el mundo al niño, se corre y le obsequia el protagonismo de su propio quehacer lúdico con la consiguiente satisfacción de explorar, crear y aprender por sí mismo.

Es cierto que hace falta amor para trabajar así y esa es la buena noticia: dicen que abunda en nuestros corazones.