Para María Andrea Prat, con agradecimiento y amor
A veces me preguntan si soy maestra jardinera y mi respuesta es:
– No.
¿Entonces cómo se te ocurrió hacer La Casa Naranja?, me preguntó una mamá hace un tiempo.
Me di cuenta en ese momento que no he contado mucho sobre mi historia más allá de la información que escribí hace ya varios años en el sector Quién Soy.
De algún modo creo que es lógico. Yo solía ser muy charlatana pero desde que trabajo con el enfoque de Pikler y Gerber he aprendido a disfrutar de hacer silencio y observar. Por lo general estoy permanentemente atenta a las interacciones entre los chicos, a sus necesidades, a la lectura de su lenguaje corporal, a sus intenciones y procesos de reflexión. Ellos son los protagonistas de cada jornada, no yo.
Pero la pregunta de esta mamá me motivó para compartir con ustedes la historia de cómo nació La Casa Naranja, que es también la historia de un sueño personal cumplido.
Siempre supe, desde muy chiquita, que quería ser maestra. Jugué incansablemente a educar a mis muñecos, a tomarles lista y a hacerles copiar la tarea que escribía en un pizarrón pequeño. A medida que fui creciendo, ese deseo se fue aclarando y ganando mayor foco: quería ser maestra jardinera.
Sin embargo, llegado el momento de elegir una carrera, dudé.
En mi corazón sabía hacia dónde deseaba orientar mi destino. Pero ¿y si había otras oportunidades de estudio que me ofrecieran mejores posibilidades de realización profesional? ¿Y si el sueldo de maestra jardinera no era bueno (todos me lo decían)? ¿Y si mi elección no satisfacía las expectativas de mis padres?
¡Qué difícil que es elegir una profesión siendo adolescente!
Viviendo aún en Bariloche gané una beca para realizar un Secretariado Trilingüe y vine a Buenos Aires con estudio y trabajo asegurado. Solo duré 8 meses. No era lo mío.
Al mismo tiempo ingresé en la UBA para estudiar Comunicación Social. Me recibí, no sin dudas. (me convenció mi papá diciéndome: «hijita, dejá la carrera tranquila pero no te paso más un peso»… estratégico, muy estratégico). Pero solo realicé un par de trabajos profesionales directamente ligado a mi carrera… Tal vez, después de todo, tampoco fuera lo mío.
En el camino incursioné un par de meses en la carrera de Animación en Avellaneda y me fascinaba pero terminé dejándolo… Está claro que no era lo mío.
En el 94 conseguí el primer trabajo que realmente me hizo feliz: de secretaria en una Escuela Especial. Durante toda esta etapa los novios y los trabajos me duraban 2 meses como máximo. Este trabajo fue el primero que me duró varios años, cosa que ya era un buen indicio… ¿Quizás me estaba aproximando a mi destino? (Para novio duradero tuve que esperar a conocer a mi marido unos cuantos años después…).
A los tres días de recibirme en la facu me fui a Tailandia. Había conseguido el ingreso a un Diplomado Avanzado de Educación en Valores Humanos por un año.
Llegué a Bangkok cuando anochecía y solo vi una enorme ciudad semi a oscuras por las restricciones energéticas y un tránsito interminable mientras nos alejábamos por la autopista hacia el campo donde estaba emplazada la escuela. Al día siguiente, cuando me desperté, descubrí lo que sería mi «pequeño paraíso» durante los próximos 12 meses.
Durante todo ese año fui constantemente feliz. ¡Qué experiencia! ¡Cuánta inspiración! Mis docentes, en especial el Dr. Art-Ong Jumsai y la Sra. Lorraine Angela Burrows transformaron mi corazón con la varita mágica de su amor y dedicación, dejando en mi un tesoro invaluable por el cual estaré siempre agradecida. El mismísimo creador del programa, el educador indio Sathya Sai Baba, nos entregó a mis compañeras y a mi el diploma en mano.
Desde mi regreso a Argentina trabajé como educadora en forma constante, vivenciando una enorme expansión de mi conciencia, de mis capacidades, de mi entendimiento de la educación, de la infancia, de la crianza, del aprendizaje, de la docencia. Es lo que brinda la experiencia, creo.
Como maestra bilingüe. Como voluntaria en una escuela de Artes y Oficios en la Boca. Como miembro del Instituto Sathya Sai de Educación en Valores Humanos de Argentina. Como parte del equipo fundador de la Escuela Mahatma Gandhi de Castelar. Como directora de la revista Educare. Como asesora pedagógica a editoriales e instituciones. Un trabajo se iba entrelazando con el otro.
¡A todos estos espacios y a las personas con las que allí trabajé les debo tanto!
De cada uno de ellos aprendí.
De las dificultades y de los logros aprendí.
Y como una fruta que va cobrando color y sabor mientras más transcurren los días y el calor, yo también fui madurando al sol de la vida.
Así fue que cuando en el 2009 decidí dejar el trabajo en la escuela, me encontré nuevamente ante una pregunta que no me planteaba desde hacía 20 años… Y ahora, ¿qué hago? Me permití dudarlo, sentirme un poco triste y bastante perdida.
Mi corazón sabía la respuesta y lo comenté con una amiga muy querida, pero a mi me faltaba una pizca para estar lista.
Me dediqué medio año a vagabundear por internet en blogs de educación, sin rumbo aparente y sin trabajo por primera vez en tanto tiempo. Mientras, mi prima me pasó el librito Mirar al Niño de Judit Falk y así descubrí a Emmi Pikler y luego a Magda Gerber. Cada frase que leía me emocionaba. Entonces estudié a Pikler. Estudié como loca, participé de seminarios y cursos. Investigué todo lo que pude. Y mientras más leía, más convencida estaba. Pero aún no veía por dónde seguir.
Finalmente una tarde me crucé con mi amiga en la estación de Castelar y fue ella quien le puso fecha de vencimiento a mi desazón:
– ¿Para cuándo los grupos de juego? Este viernes a las 5.30 de la tarde voy con mi hija. Le aviso a la gente. Vos hacé lo mismo.
No hubo pero que valga.
Así, un viernes de agosto de 2010, en el pequeño y nada preparado living de mi casa se reunieron unos 7 nenes de 4 y 5 años para jugar. Cuando se retiró el último apoyé la espalda contra la puerta cerrada y con los ojos cerrados mirando hacia el cielo, las manos sosteniendo el pecho, sentí que toda mi vida pasaba nuevamente ante mi. Tal vez me estaba muriendo. O no, tal vez acababa de nacer de nuevo.
¡Esto es lo mío!, escuché que alguien decía.
¡Esto es lo mío!, gritaba alguien con el corazón desbocado de alegría.
Era yo misma.
Hoy, después de 3 años, La Casa Naranja cuenta con un espacio físico de excelencia y son muchas las familias que comparten conmigo el amor y el respeto por el juego libre de sus hijos cada semana.
…Creo que ya es tiempo de contestar que sí cuando me preguntan si soy maestra jardinera. Mi sueño de niña al fin se ha cumplido.
Que hermoso relato… Inspirador!
Gracias por tomarte el tiempo para comentar y por todo tu apoyo, siempre!!
me emocione mucho al leer tu «misión», tu historia en esta vida… haz recorrido un largo camino muchacha…. creo que todos sabemos en nuestro interior, en nuestra esencia a que hemos venido, y cuales son las cosas que realmente nos hacen felices… solo que a veces nos dejamos llevar … fluir, volar un rato y perdernos en ese vuelo , pero después siempre aparece ese «alguien» , ese «algo» que nos hace regresar, donde siempre estuvo nuestro corazón…
si, si, Viky, SI!!! Quizás vinimos a ser jardineros, tejedores, músicos, alfareros, maestros… el destino es tan simple, tan sencillo. Me siento agradedida a la vida que poco a poco me fue reencaminando. Hoy una nena nueva que había llorado las dos primeras veces de pronto se conectó con el espacio y conmigo en el momento en que tomó agua del vaso en la merienda (tal vez por primera vez en su vida?). Entonces me miro con una enorme sonrisa de satisfacción y al irse a su casa me dio un abrazo y un beso que sonó así: mmmuuuá! Qué hermoso, qué hermoso trabajo! Un abrazo y gracias por compartir tu sentir, Fer
Hermosa historia y tan bien contada que me invita a leerla nuevamente para seguir disfrutándola!! Además de sentirme honrada por haber compartido con vos parte de esa historia en la tan querida Escuela Mahatma Gandhi de Castelar. Lluvia de éxitos para la Casa Naranja. Patricia Peirano
Gracias querida Patri!! Qué hermoso el tiempo compartido! Abrazo muy grande! Fer
WOW! Completamente inspirador…identificada…lástima que estamos lejos…
Me honra ser parte de tu vida y que seas parte de la mía.
Disfruto tanto del fluir de tus palabras…. ahhhh. Tengo que empezar a practicar, a lo mejor algún día me salga tan bien como a vos.
Con amor.
María Andrea Prat
Querida Fer, me lleno de amor tu relato.Me siento honrada de haber sido parte, una pequeña parte de tu vida acá en Bariloche, fueron días que compartí contigo, días de servicio en el hogar de ancianos , que para mi fueron tan importantes,… todo lo que aprendí de vos, siempre lo llevo muy dentro de mi corazón, Fuiste un ser muy especial desde muy chiquita por eso creo que has llegado a saber después de una larga búsqueda lo que tenias para dar y hacer.Aunque hace mucho que no nos vemos , en mi corazón hay un lugar en el que estas vos. Te quiero besos.
Hola Fer, desde cañuelas, ya instalada…extraño los viernes de la Casa Naranja. Tuve la suerte de pasar con mi hijo Rafael, un hermoso año con ustedes…aprendimos mucho¡. Siempre te lo voy a agradecer.
Un cariño grande¡¡¡
Muchas son las que dicen ser maestras jardineras y en verdad no lo son, solo tienen un titulo… pero muchas otras no tienen el titulo y realmente lo son de alma corazón y sangre.
Maestra jardinera no se hace… se nace! y a Vos te llevó algo mas de tiempo darte cuenta.
Y… escribís tan lindo que disfruto cada relato y me sonrío con cada tono que reconozco en ellos.
Te quiero.
Jaja, si, si, me llevó BASTANTE mas de tiempo darme cuenta, a esta edad ni te dejan anotarte para estudiar maestra jardinera… igual, mejor porque me volvería loca si me pongo a estudiar ahora, tengo el alma autodidacta y me inquieta estar en una silla calentándola… de chiquita era tranquilísima pero si fuera ahora a la escuela tendría diagnóstico de déficit atencional.
Gracias Ale por tomarte el tiempo de escribir y por tus palabras! Un abrazo, Fer
Yo leo tus relatos y me transporto como si te conociera y me alegro mucho con tus palabras, lástima que estamos lejos, estoy en zona sur del GBA, se me ocurre dejarte como inquietud si algún día podrias armar algún grupito de juego al menos una vez al mes, yo te ofrezco mi casa! saludos y exitos en la casa naranja!
Ah… qué lindo lo que me decís Sil!! Gracias, gracias, gracias por tus palabras!! Te cuento que hay algunas mamás en zona sur que están interesadas en armar algo. Tenés el facebook de la casa naranja (si es que usás face)? Ahí lo publiqué. Veo de buscar el contacto y publicarlo por esta vía del blog también. Si fuera una vez al mes tal vez podría los lunes a la mañana… tengo pocos espacios libres pero me encantaría que pensáramos en hacer algo y tal vez puedo capacitarlas a ustedes y después que lo continúen y si me necesitan me voy acercando para acompañarlas en el proceso. Justo el otro día me duchaba y pensaba en hacer esto mismo que me estás diciendo (la ducha me inspira)… Compartir, dejar que fluya, que se armen más grupos, empoderarnos como mamás y llevarlo adelante nosotras mismas, cada uno desde nuestro lugar. ¿Qué te parece?
No nos conocemos… todavía!
Abrazo,
Fer
Que lindo Fer!! Que hermosa historia y que bello final o comienzo!! Te mando un abrazo fuerte!!
Andre!!! Qué hermoso saber de vos!! Gracias por tus palabras querida amiga! Beso, Fer