Si nos ofrecieran un empleo de tiempo completo, de por vida, de gran responsabilidad y compromiso, donde se esperaría que demos constantemente lo mejor de nosotros mismos, dejando numerosas veces en segundo plano nuestras prioridades personales –incluso las más básicas como comer, bañarse y dormir- y si además no solo fuera un trabajo ad-honorem sino que nosotros fuésemos quienes tuviéramos que pagar todas las cuentas, es muy probable que no lo pensemos dos veces y ¡salgamos corriendo en la dirección opuesta!
Pues bien, tener hijos y educarlos implica todas estas tareas y más, aunque no siempre lo percibamos de este modo, o al menos no desde un principio.
Es habitual que en la sociedad actual, organizada en torno a los fenómenos del entretenimiento y la comunicación masivos, se transmitan ideas y se creen imágenes que solo existen en un plano de ficción y que pocas veces se condicen con la realidad que percibimos en nuestra propia vida. Esto puede observase muy especialmente en la idea y la imagen que socialmente se comparte acerca de la maternidad, la paternidad y la familia.
Basta con mirar un par de comerciales dirigidos a madres de bebés pequeños y comparar a sus protagonistas con una madre real para notar la gran diferencia que existe entre ambas. Las primeras, de belleza singular, aparecen hechas un mundo de sonrisas, con peinado y maquillaje perfectos, la ropa impecable y una tierna ecuanimidad en la mirada. Hay algo en ellas que es admirable y ajeno a la vez.
Por el contrario, las madres reales solo en ciertas ocasiones alcanzan algunas de estas características, aunque difícilmente todas y mucho menos todo el tiempo. Ellas están abocadas a una tarea muy diferente a la del marketing. En la vida fuera de la pantalla lo que importa no es tanto lo que se aparenta ser, sino lo que se es de verdad.
En cierta forma, esta dicotomía entre lo que se muestra en los medios masivos y lo que en verdad sucede fuera de ellos ha llevado a nuestra sociedad a crear un mundo de fantasías acerca de la educación de nuestros hijos, dejando a los verdaderos padres desprovistos de información real y de primera mano que nos oriente acerca de cómo encarar la crianza.
Manejamos hablando por celular con el manos libres, llegamos a casa revisando el correo electrónico en el iphone y cenamos mirando las noticias de último segundo en la televisión. En una época como la nuestra, la inmediatez tecnológica parece ser la otra cara de la moneda de la desaparición del diálogo compartido en familia. No es de extrañar entonces que abunden en los padres innumerables preguntas sobre cómo educar a nuestros hijos y que sea poco el tiempo con que contamos para hallar las respuestas que más se ajusten a nuestros verdaderos deseos y a los de la propia familia.
¿Qué hay que tener en cuenta para educar a nuestros hijos? ¿Qué es esperable que suceda a medida que van creciendo?
¿Es un proceso espontáneo o debemos prepararnos para lograr darles una buena educación? ¿Cómo hacerlo?
¿Hasta dónde puede llegar la libertad que les brindamos, hasta donde los límites?
¿Es necesario reflexionar sobre la crianza de nuestros hijos o es un hecho natural e instintivo?
¿A quién corresponde la responsabilidad de educar a los niños? ¿A la madre, al padre, a ambos, a ninguno?
¿Qué lugar ocupa la familia y cuál la escuela?…
No hace falta que nos hagamos estas preguntas o que busquemos sus respuestas para que podamos criar bien a nuestros niños. Muchas veces es la intuición la que nos guía y todo marcha tal como lo teníamos previsto. Pero no quedan dudas que la reflexión y el diálogo nos ayudarán a brindar a nuestros hijos una educación que sea afín a nuestros ideales y no solo a nuestros instintos. En la medida en que se abordan estos temas y que se logra crear nuevos acuerdos que sean buenos para todos dentro del grupo familiar será posible una elección conciente acerca del tipo de educación que deseamos brindar a los niños. Es solo a partir de este movimiento de la propia conciencia que la crianza podrá tener intencionalidad, objetivos claros y generar así aprendizajes significativos.
Con este artículo inicio la serie Criar en Positivo, con la intención de ofrecer un remanso en el vertiginoso ritmo de vida que nos imponen las obligaciones del día a día para repensar la educación de nuestros hijos. Ofrece información clara, reflexiones y ejercicios que podrán guiarnos en la búsqueda de nuevas perspectivas sobre la vida en familia así como en el hallazgo de estrategias –practicables y positivas- para la nueva educación conciente de nuestros hijos.
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Cierto… Muy cierto! Excelentemente expresado, imposible no identificarse.
Gracias querida Silvia!!! Como siempre! Un abrazo, Fer
Como siempre: oportuno, claro, movilizador, real y cálido! Muchas gracias!
Hola querida Luz!!! Tanto tiempo!! Me gusta tu comentario, se parecen a los de mi mamá, jaja!! Me alegra que te haya gustado, voy a estar publicando toda una serie de Criar en Positivo con el material del libro que escribí, así que viene mucho, mucho más!! Te mando un abrazo muy grande! Fer
Excelente!, siempre tus artículos tan ajustados a la realidad.
Un beso grande¡
Hola Merce! Qué lindo tener noticias tuyas! Gracias por tus palabras! Te mando un abrazo, Fer