Soy mamá de tres varones, el mayor de ellos cumple 11 años en tres meses y sus comentarios me hacen saber que está buscando desesperadamente el inicio del camino hacia su identidad personal, un viaje que ocupará como mínimo los próximos 9 años de su vida, mientras transite su pubertad y adolescencia.
Me lo dice literalmente:
– Mamá, yo necesito alejarme de vos.
Ah, ¡qué sabio es mi pequeño y al mismo tiempo cuánto falta aún para que se complete su camino hacia la adultez!
Su frase me tomó tan por sorpresa que le propuse que se fuera a la habitación más lejana dentro de la casa, cosa que obviamente lo ofendió. Luego, charlando con mi propia mamá ella me propuso una solución mucho mejor:
– Hijo, entiendo que necesites alejarte de mi. Vamos a hacerlo de a poco, para que estés seguro y no nos duela a ninguno de los dos.
¡Este comentario fue mucho mejor bienvenido! Se le iluminaron sus ojitos de niño grande y nos abrazamos casi consolándonos mutuamente por lo inevitable.
Hoy leí esta investigación en inglés de la educadora Amanda Morgan acerca de cómo acompañar a los jóvenes actuales para que lleguen a convertirse en hombres sanos. Amanda también es madre de cuatro varones y se preocupa especialmente por el hecho de que los varones adolescentes son una población de altísimo riesgo en su país, evidenciado por alarmantes estadísticas acerca de la violencia, la drogadependencia, la incorporación a patotas y el fracaso escolar. ¿Por qué sucede esto? ¿Cómo prevenirlo?
¿Acaso sentirán que el único camino para escalar hacia la hombría es mediante el estereotipo del macho, del coraje rebelde y de la rudeza sin sentido?
Definitivamente no acepto ni deseo esta interpretación para mis hijos ni para ningún otro niño.
Mientras leía el artículo de Morgan me llegó la comprensión del valioso aporte que hace la visión sistémica de Bert Hellinger para este enorme desafío y es esta nueva perspectiva lo que quiero compartir con ustedes hoy.
Bert Hellinger es un filósofo, psicólogo, educador alemán que ejerció por cerca de 20 años como sacerdote y trabajó muchos años en las comunidades Zulu del sur de África. Allí pudo apreciar el particular vínculo de reconocimiento y respeto que se daba dentro de los núcleos familiares, cosa que llamó poderosamente su atención. Luego de dejar la Iglesia desarrolló su visión de las Constelaciones Familiares, un método revolucionario para sanar los vínculos familiares mediante una dinámica novedosa y sumamente efectiva. Su trabajo apunta a generar «imágenes» sistémicas donde se ordene el amor, lo cual sana de un modo global y duradero a todos los miembros del sistema involucrado.
No me siento calificada para profundizar en más detalle sobre sus aportes, pero sí puedo retomar su descubrimiento de Los Órdenes del Amor y vincularlo tanto a mi vida como madre como a mi tarea como educadora.
Los Órdenes del Amor son:
1. la jerarquía: el respeto por el lugar que ocupa cada miembro del sistema familiar según su llegada y su función dentro del sistema.
2. la pertenencia: todos los miembros del sistema son relevantes y necesarios, por tanto deben estar incluídos, más allás de los silencios, los secretos familiares, las víctimas y los victimarios.
3. el equilibrio entre el dar y el tomar: cada individuo dentro del sistema asume una responsabilidad activa en los intercambios familiares.
Puedo imaginarme muy bien que comprender e implementar estos tres órdenes del amor en la vida familiar puede ser de gran importancia para los varones jóvenes en transición hacia su adultez.
Por mencionar tan solo algunas implicancias:
– Un padre que es reconocido en su jerarquía y que ocupa el lugar que le corresponde dentro del sistema familiar será capaz de guiar a sus hijos varones hacia la adultez en múltiples formas. (Muchas veces cuando la jerarquía no se respeta, la madre, la maestra y otras personas involucradas en la educación del niño no avalan el lugar del padre lo cual trae aparejadas consecuencias graves para el niño).
– Un niño o joven que ocupa el lugar que le corresponde dentro del sistema familiar aceptará e integrará a sus padres, manifestándoles el reconocimiento necesario para poder convertirse en un adulto independiente (mientras más se juzga, evalúa o critica a los padres, más atados a ellos se está).
– Ayudar a los niños a experimentar pertenencia al sistema familiar, a la cultura y a la propia sociedad es mostrarles el modo correcto de identificarse y confiar en modelos masculinos saludables. Ciertos ritos o ceremonias de transición ayudan a lograr este objetivo, como podría ser una ceremonia religiosa de confirmación para las familias creyentes, la incorporación a un grupo de voluntariado solidario dentro de la comunidad, etc.
– Confiar en la capacidad de los jóvenes para DAR (evitando colocarlos permanentemente en la situación de tener que recibir – consejos, reprimendas, pautas) favorece en los jóvenes el desarrollo del equilibrio interno y nutre el sentimiento de autoconfianza, tan necesario en esta edad. Esto implica ofrecerles oportunidades reales en la vida cotidiana donde sus aportes sean tenidos en cuenta a la hora de tomar decisiones que los involucran, que sean escuchados y considerados para que pueda expresar sus ideales y sus dones, etc. En mi experiencia, esto se logra de manera ideal cuando los jóvenes (tanto varones como mujeres) saborean la alegría de alimentar su potencial en organizaciones de voluntariado social y solidario.
Espero, con estas breves ideas, realizar un aporte al debate. ¿Vos qué pensás? ¡Me encantaría escuchar tu opinión!
Que agradable ha sido leer esto… Maravilloso punto de vista, nada fácil de sostener, por otro lado.
Síi!!!
Gracias Fernanda!Desde sta, nuestra familia, puedo comentar que cuando pasan unos aos, ms all de pubertades y adolescencias, viviendo en casas separadas o cuando por circunstancias de la vida hay que volver a reunirse, en forma ms o menos transitoria, bajo el mismo techo…se siguen percibiendo estos ordenamientos, jerarquas e intercambios.En nuestro caso particularmente, hemos conformado esta familia a partir de algunas certezas y de unos cuantos desconciertos.Trayendo en lo personal, como paps «fundadores» de nuestra familia enooormes baches y tambin ciertos puntos de apoyo a su vez construidos en nuestras propias familias de origen.No digo nada nuevo,claro, slo que hoy a partir de tus palabras me pongo a pensarlo y a traerlo un poquito ms cerca de la claridad.A los 11 tu nio te dice sabiamente»mam necesito alejarme de vos».Con unos casi veinte aos ms mi hijo mayor me ha dicho.»S que vas a entender lo que quiero decir mam, siento que con vos ya estoy hecho, las cuentas estan claras»…y s, lo entend.Siempre soy su mam pero ya me hizo saber que «l es un adulto» y me result MARAVILLOSO!!Seguramente oirs, sabrs de sto unas…tres veces en tu vida!!Compartiremos lo que tiene de MARAVILLOSO!!AbracitoMa Li Date: Sat, 2 Mar 2013 02:47:12 +0000 To: estudioteca@hotmail.com
Ah!! Cuán cierto me resuenan tus palabras!! «hemos conformado esta familia a partir de algunas certezas y de unos cuantos desconciertos»
Y sí, por ahí andamos transitando todos. Qué hermoso poder decirse: «estamos hechos»!!
Un enorme abrazo MAri,
Fer
Que fuerte y contundente pensarlo así …» está buscando el inicio del camino hacia su identidad personal, un viaje que ocupará los próximos años de su vida, mientras transite su pubertad y adolescencia»…
Me quedó esta parte resonando, me tocó la fibra.
Profundo tu análisis.
Muy claro el complemento del aporte de la visión sistémica.
Gracias por compartilo!
Gracias por compartir linda caledonia! Te mando un abrazo grande, Pimpu
-Q bueno es poder ser vos mismo y no tener que «hacer» como los demás para q te acepten!!… Ese fue el comenterio de mi hijo mayor con casi 14 años en su 2º dia de clases en la nueva escuela.
Fue un a caricia al alma…Fe y Confianza, que todo lo que se siembra se cosecha!!
Ah! Qué sabios son, viste Marce? Claro que también nos dan un trabajito de lo lindo, no es cierto? jaja!
Un abrazo enorme, te quiero amiga del alma,
Fer
Ay Fer, que difícil momento. Leí el artículo de Amanda y junto con el tuyo siento que tengo mucho para reflexionar. En nuestro caso Agus con 11 y a un mes de cumplir 12 está en un momento muy parecido. Mañana empieza el secundario, y yo me sigo preguntando: -Cuando creció tanto? Como pasaron casi 12 años tan rápido? Lo miraba con el uniforme (pantalón de vestir, chomba blanca y zapatos) y entiendo que está empezando una nueva etapa, y como toda nueva etapa se van a producir muchos cambios y es nuestra tarea como padres acompañarlos con todo el amor y el respeto que ellos merecen. Gracias una vez más por ayudarme a indagar en temas tan importantes y profundos. Cariños,
Marty
Gracias a vos Marty por tu incondicional acompañamiento, tus reflexiones y aportes al blog!! Abrazo,
Fer
Claro y conciso!…me gustó mucho.
Un saludo grande Fer!
Gracias, beso grande!
Qué bueno tu artículo! ¡Felicitaciones!
Gracias querida Tracy!! Me imaginé que teniendo tu también hijos varones te ibas a interesar en el tema y justo lo escribí un viernes para tu Spanish Friday, lol!!
Muy bueno el comentario. Pero que pasa cuando el padre fallece y sólo queda la madre. Que debo hacer. No tiene la figura paterna para apoyarse. Realamente es muy difícil porque yo quiero solo asumir mi rol de madre pero al no estar su padre también tengo que hacerlo. A lo mejor me equivoco.
Hola Maribel Alba, gracias por tu comentario.
En verdad es difícil cuando uno de los padres fallece y queda solamente el otro a cargo de los niños. Y es cierto que te toca a vos representar a ambos. Pero no tal vez del modo en que estás sintiendo. Vos podés asumir tu rol específico. Y también podés dar espacio para que el rol del papá siga presente en la crianza, aunque sea expresado también a través tuyo. Me explico: existen muchas maneras de continuar aplicando estos principios de manera que el padre pueda seguir ocupando el lugar que le corresponde dentro de la familia y esto puede traer mucho alivio a tu crianza también. En el caso de que el padre varón de un hijo varón adolescente haya fallecido, es posible conservar su lugar de jerarquía dentro del sistema familiar, aunque tengas que ser vos quien reafirme ese lugar mediante tus palabras y acciones. Por ejemplo, a la hora de tomar una decisión respecto a una salida del joven con amigos, podés preguntarte: ¿qué criterio hubiera tenido el padre? Si considerás que el criterio del padre hubiera sido diferente del tuyo, podés decirle por ejemplo: «Hijo, yo no te daría permiso para hacer esta salida, pero tu padre sí lo hubiera hecho. Podés ir con su bendición». O por el contrario: «Hijo, si fuera sólo por mí yo te dejaría salir, pero me consta en este tipo de situaciones tu padre no hubiera estado de acuerdo. Por eso, hoy no saldrás». Es muy importante que estas frases sean completamente auténticas y no utilizadas para manipular al joven. También podés hacer presente al padre al mencionarle a tu hijo aquellas cosas que te recuerdan a su papá en él («cuando te veo, veo también a tu papá en vos») y seguir respetando sus criterios en las rutinas cotidianas. A la hora de tomar decisiones importantes es posible recurrir a otros varones de la familia, especialmente del lado del padre, para consultar su criterio al respecto. Por supuesto que cuando tengas que poner los límites y tomar decisiones tendrás que hacerlo sola pero al realizarlo de esta manera es posible que sientas la fuerza del padre acompañándote. Espero que esta breve respuesta te sea de ayuda.