Es importante entender a qué factores atribuyen los niños el éxito o el fracaso en sus desempeños. Por ejemplo, ellos pueden creer que los resultados se deben a factores estables o inestables, controlabes o fuera de su control. En los estudios realizados, el desempeño mejora cuando las personas atribuyen que la pobreza en los resultados alcanzados se debe a la «falta de esfuerzo». Por el contrario, el desempeño tiende a empeorar cuando las personas atribuyen la baja calidad de los resultados a una falta de habilidad personal.
Después de todo es mucho más alentador creer que uno no le puso suficiente garra a una tarea a creer que a uno le faltan luces para realizarla. La primera atribución al desempeño es obviamente temporaria y puede modificarse gracias a la propia voluntad: «si la próxima vez le pongo más ganas, me va a salir mejor, yo estoy al mando de esto». La segunda atribución, por el contrario, es como sacar una foto instantánea del momento del fracaso y creer que es en realidad la película de toda la vida: «como esta vez me salió mal, siempre me va a salir mal, no tengo más recursos para hacerlo mejor».
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